El cultivo de la viña
La primera documentación disponible sobre el viñedo en La Rioja se encuentra en los primeros siglos de la edad media. La vid se fue extendiendo a lo largo de este período en el que nuevas formas de poblamiento se estaban consolidando; se trata de villas como las de San Vicente de la Sonsierra, caracterizados por disponer de murallas, fueros, actividades económicas diversificadas, heterogeneidad de grupos y organizaciones sociales, etc.
El peso del sector primario en la economía marcó numerosos pactos entre ciudades y villas, entre ellas mismas, o con aldeas e instituciones eclesiásticas. Los gobiernos municipales protegían las viñas de sus términos mediante decretos y ordenanzas. Se trataba de un cultivo que requería mayor atención que otros por ser más especializado.
Si las tareas en las viñas necesitaban mucha mano de obra en varias épocas del año, la vendimia sin duda era la que suponía una actividad febril en todas las villas riojanas. Los concejos determinaban el inicio de la vendimia. Desde los pagos, la uva se llevaba a los tinos, lagares y trujales sobre mulas en los comportones o camportones (vasijas de madera de forma alargada más anchas en su boca que en el fondo, o en carros y carretas).
En otros casos el vino podía hacerse en la misma viña en los lagares que podemos ver en todo el término de San Vicente.
El cultivo de la vid se amplía durante los siglos XIV y XV, y su mayor expansión y especialización llegará en el siglo XVI. A mitad del siglo XV hay constancia de que la vid se extendía por todo el territorio que controlaba San Vicente, así como de la existencia de lagares y de excedente de vino.
En la viña las mediciones se hacían por el número de cepas y varían según las zonas; en San Vicente se denominan obradas u “obreros” y contenían 200 cepas. Las medidas responden a las tareas de cavado que un hombre realiza al día, en general 4 ó 5 obreros hacen aproximadamente una fanega.
Estas medidas respondían a marcos de plantación con las cepas muy juntas. Con la mecanización se van separando, haciéndose las calles más anchas hasta llegar incluso a 2,5 metros.
Vine growing
The first available documents on vine growing in La Rioja date back to the first centuries of the Middle Ages. During this period, vine plots extended throughout the territory in parallel to the local medieval villages. Like San Vicente de la Sonsierra, these were characterized for having founding charters, walls, diversified economic activities, heterogeneity of groups and social organizations, etc.
The weight of the primary sector in the economy drove deals between cities, towns, villages and ecclesiastical institutions. The town councils protected the vineyards of their territories through bylaws. Vine was a crop that required more attention than others because its cultivation was more specialized.
If certain jobs in the vineyards needed extra labor at different times of the year, the harvest was undoubtedly the one that involved more activity in all the Rioja villages. The councils themselves established the timing of the harvest. The grapes harvested were transported to the ‘lagares’ and ‘trujales’ in ‘comportones’ or ‘camportones’ (elongated wooden vessels wider in their mouth than in the bottom) carried by mules or in carts.
In other cases the wine was made in the vineyard, in the ‘lagares’ and ‘trujales’ that are dispersed throughout San Vicente’s countryside.
Vine growing increased during the 14th and 15th centuries, and its greatest expansion and specialization came in the 16th century. In the mid 15th century there is not only evidence proving that the vine extended throughout the territory controlled by San Vicente, but also impling the existence of ‘lagares’ and wine surpluses.
In the vineyard, the measuring works were based on the number of stocks and varied between villages; in San Vicente they were called ‘obradas’ or ‘obreros’ and consisted of 200 stocks each. The measurements take into account the digging work that a person can do daily: in general, 4 or 5 workers made approximately one ‘fanega’ (ca. 1.59 acres).
These measurements correspond to traditional plantation layouts, where stocks are close together. With the mechanization of vine growing, these began to be more separate, even up to 2.5 m wide.