El barrio de las bodegas

Habitualmente integradas con el entorno, las bodegas en cuevas, aprovechan las propiedades e importancia del subsuelo, que proporciona de forma natural una temperatura y humedad estable durante todo el año. Existen cuevas centenarias, excavaciones a diferentes profundidades, para la cría y guarda del vino.

En San Vicente, el cerro de la fortaleza está colonizado por un centenar de cuevas gran número de bodegas, de diferente profundidad y superficie. La aireación de estos espacios se realiza mediante chimenea (tuferas) que puedes ver salpicando la ladera.

Durante el siglo XVIII, buena parte de los pueblos de la Rioja Alta ubican la bodega dentro de la propia vivienda y otros donde predominan las cuevas en el exterior de las casas, generalmente en parajes ventilados destinados a ese fin  aunque sin duda los ejemplos más abundantes son los de aquellos pueblos que poseen tanto cuevas exteriores como bodegas interiores a la vivienda como ocurre en San Vicente a mediados del siglo XVIII.

Sabemos que aquí se construyen las bodegas en el interior de las casas desde el siglo XVII y durante la centuria siguiente, momento en el que, a parte nos constan otras edificadas en términos próximos del municipio, en parajes destinados para este fin. De nuevo y a comienzos del siglo XIX, se destina un nuevo espacio de propiedad municipal para la construcción de estos habitáculos, que a juzgar por las referencias debieron ser abundantes.

Tenemos constancia también de ventas, alquileres o trasmisiones de cuevas del castillo desde 1785, algunas descritas como “una cueva de tres sitios, con todas sus cubas y otros elementos necesarios para el funcionamiento de la misma”.

En el castillo no solamente hubo cuevas, sino que también conocemos la existencia de trujales.

A finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, el ayuntamiento concede licencias a particulares para la construcción de bodegas en el castillo. La concentración de éstas deja bastante claro que el recinto fortificado no era considerado como un lugar que era necesario conservar, con la finalidad para la que fue concebida. Así, en diciembre de 1797, el ayuntamiento otorgó un sitio para construir una cueva en “…donde dicen el castillo…” y cercano a la muralla. En marzo de 1813, se pide un permiso para comprar un sitio en el que poder construir una cueva, en el término del castillo. Para conseguir la concesión, se estipuló que el espacio tendría que ser revisado por un “maestro cuevero” y “maestro cubero”, para establecer si una cueva más podría dañar las colindantes.

Que a comienzos del siglo XIX se seguían construyendo cuevas en el recinto fortificado, se pone de manifiesto cuando en octubre de 1800, el maestro cantería Manuel Bueno, acordó hacer una cueva con “…dos sittios…” en el castillo. En cuanto a su tamaño se apunta que tendría que ser de 22 pies de largo (6´12 m.), 11 de ancha (3´06 m.) y 11 de alta, pagando por cada pie 30 reales, a esta cantidad se sumarían 60 reales que se darían por sacar el escombro, siendo por cuenta del encargante la puerta.

The ‘quarter of the wineries’

Usually integrated within the environment, the wine cellars dug into the rock take advantage of the natural properties of the ground, facilitating the storage and maturation of the wine at a stable temperature and humidity throughout the year. There are centenary caves, excavated at different depths, for the breeding and storage of wine.
 
In San Vicente, the hill of the fortress is colonized by a hundred caves with a large number of wineries, each of differing depths. These warehouses were ventilated through the chimneys that today dot the hillside.
 
During the 18th century, it was common among the towns of Rioja Alta that the villagers placed wineries either inside their houses or in caves outside the houses, generally in areas ventilated for that purpose.
 
We know that the wineries of San Vicente were being built in the interior of the houses from the 17th century, as well as during the following century, when new wineries began to be built in close proximity to the municipality, in places specifically designed for this purpose. Once again, at the beginning of the 19th century, a public space was designed for the construction of wineries, which, according to the documents, had to be abundant.
 
There are also registries of sales, and rentals or transmissions of the castle caves from as early as 1785.
 
Apart from caves, there were also ‘trujales’ (wine presses) in the castle.
   

 

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